En Legalion Abogados nos tomamos muy en serio cualquier forma de violencia o intimidación que pueda alterar la vida diaria de nuestros clientes. En este caso, logramos una sentencia condenatoria contra un vecino que amenazó de forma reiterada y grave a nuestra clienta, generando un entorno insostenible que terminó obligándola a abandonar su vivienda.
Nuestra clienta, una mujer tranquila y sin antecedentes de conflicto, se vio atrapada en una situación angustiante cuando uno de sus vecinos comenzó a hostigarla de forma constante. Las amenazas que recibió no fueron aisladas ni vagas, sino directas, inquietantes y con un evidente tono intimidatorio. Entre las expresiones que llegó a escuchar se encontraban frases como:
- “Si te veo por la calle, te daré una paliza.”
- “Así tengo que hacerle a ella”, mientras retorcía una botella de plástico delante de ella.
- Comentarios a terceros como “Le costaba 200 euros que se ocuparan de ella”, insinuando que planeaba encargar a alguien que le hiciera daño.
Este patrón de comportamiento fue constante y progresivamente más perturbador, hasta el punto de transformar la vida cotidiana de nuestra clienta en una experiencia marcada por el miedo y la inseguridad. La presión psicológica derivada de este entorno intimidatorio fue tal que terminó abandonando su domicilio por temor a sufrir una agresión física, lo que supuso una alteración grave en su vida personal, emocional y económica.
Desde Legalion Abogados asumimos la defensa de la denunciante con un enfoque integral. Reunimos todos los indicios de los hechos, preparamos minuciosamente la prueba testifical y subrayamos ante el juez no solo la literalidad de las amenazas, sino también su carácter sistemático y prolongado en el tiempo, así como su efecto devastador sobre la víctima.
Uno de los elementos clave del juicio fue el testimonio de una persona cercana a la denunciante, cuya declaración fue considerada por el tribunal como especialmente creíble, objetiva y detallada. Esta testigo relató cómo los episodios de amenazas no eran esporádicos, sino parte de una actitud hostil mantenida en el tiempo, que había alterado por completo la convivencia en la comunidad.
La sentencia reconoció la existencia del delito de amenazas leves en un contexto de reiteración y gravedad suficiente, condenando al autor de los hechos a una pena de multa y al pago de una indemnización de 1.000 euros a nuestra clienta, como reparación por los perjuicios sufridos al tener que abandonar su vivienda. El fallo valoró adecuadamente no solo las pruebas directas, sino también el impacto real que esas amenazas tuvieron en la estabilidad emocional y el bienestar de la denunciante.